MENSAJE DOMINICAL 17 AGOSTO

MENSAJE DOMINICAL

Padre Héctor Peña Párroco de Santa Gema
Vigésimo domingo del tiempo ordinario

Lc 12, 49-53

La Pasión de Cristo: el nuevo bautismo

“Renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, mantengamos fijos los ojos en Jesús, el que inició y lleva a plenitud nuestra fe. Él, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hb 12, 1-3).

Morir en la cruz al pecado, dejar atrás al hombre viejo y volver a nacer mediante la conversión, es el camino hacia el hombre nuevo. El nuevo bautismo pasa por la cruz: morir a toda clase de pecado y resucitar a una vida renovada.

Jesús contempla su Pasión como el lugar donde queda desenmascarado todo el pecado del mundo, el espacio de la verdadera conversión. Es el fuego que arde y purifica; es la protesta de Dios frente a la injusticia y la muerte. Ve ese momento como necesario y lo desea ardientemente: “Con un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!” (Lc 12, 50). En la Pasión de Cristo se cumple la revelación plena de Dios: su divinidad, su salvación y su amor infinito. Todo lo que se ha dicho de Dios alcanza su plenitud en la cruz.

Si nos alejamos de la cruz, nos alejamos de Dios. Si vivimos sin ella, vivimos en nuestro propio pecado. Si predicamos sin la cruz, cada uno anuncia su propio evangelio. La cruz es signo de unidad, reconciliación, perdón, sanación y liberación. Cuando la familia vuelve su mirada hacia la cruz, se fortalece y permanece unida.

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