MENSAJE DOMINICAL
PADRE HÉCTOR PEÑA PÁRROCO DE SANTA GEMA
VIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Lc 14, 1.7-14
La humildad, es el camino de la santidad. sólo los humildes lograrán los grandes ideales y llegarán al conocimiento de la verdad y conocerán todos los misterios de Dios.
“Cuando más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia” (Ecl. 3, 18)
Sólo los humildes llegaran a ser grandes, felices y realizados. ante Dios, será privilegiados, bendecidos y llenos de gracia. El humilde reconoce su pecado, su fragilidad, su debilidad. Reconociéndolos pide perdón y busca la misericordia de Dios. El humilde vuelve la mirada a Dios, se postra ante Él y lo glorifica:
“Pues grande es el poder del Señor, y por los humildes es glorificado.” (Ecl. 3, 20)
El humilde es justo, prudente y bueno. Vive con libertad y responsabilidad su vida, aprende de Jesús que es manso y humilde de corazón. Sólo los humildes verán a Dios.
El orgulloso es soberbio; siempre cree tener la razón, la defiende y se encierra en ella. El orgulloso no reconoce su pecado, sus defectos o sus errores. Se cree perfecto delante de la comunidad y de Dios. Vive su propia hipocresía, su propia mentira, siempre se justifica. El orgulloso manipula, explota y excluye:
“Para la adversidad del orgulloso no hay remedio, pues la planta del mal ha echado en él raíces.” (Ecl. 3, 28)
El orgulloso no escucha, no se deja corregir. Él tiene la razón y la verdad, nadie le puede contradecir. El orgulloso no necesita del otro, menos de Dios. Todo lo puede, todo lo sabe y todo lo logra.
“El corazón del prudente medita los enigmas, un oído que le escuche es el anhelo del sabio.” (Ecl. 3,29)
El humilde es prudente, sabio es ensalzado. El humilde sube a los primeros puestos, el soberbio es humillado:
“Todo el que se ensalce, será humillado; y el se humille, será ensalzado.” (Lc 14, 11)
El humilde es misericordioso y compasivo; siempre piensa en los pobres; “cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos” (Lc 14, 13). Los humildes saben que los pobres no los podrán corresponder; pero saben que la recompensa viene de Dios.