MENSAJE DOMINICAL
PADRE HÉCTOR PEÑA PARROCO DE SANTA GEMA VIGESIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Lc 13, 22-30
Jesús, camino a Jerusalén, uno le dijo: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (Lc 13, 23). Él respondió:
“Esfuércense en entrar por la puerta estrecha” (Lc 13, 24).
La salvación en esta vida es vivir según la voluntad de Dios. Después de la muerte es participar en la resurrección de los muertos y en la vida eterna, la plenitud en Dios. La salvación no es una ideología, un concepto o un lugar. La salvación es seguir a Jesús y vivir el Reino de Dios. Parte, sobre todo, de la conversión y del encuentro con Jesús. En este mundo tenemos dos puertas y dos caminos: la puerta y el camino de la salvación o la puerta y el camino de la condenación. Todo depende de la opción fundamental.
Él les dijo: “Luchad por entrar por la puerta estrecha” (Lc 13, 24). La puerta estrecha es optar de manera radical por el Reino de Dios, seguir a Jesús desde el misterio de la pasión y la cruz y ser discípulo apóstol del Señor. La puerta estrecha implica dejarlo todo, sacrificarlo todo y entregar la vida a Dios. Esa puerta estrecha nos conduce a la salvación.
La puerta ancha, en cambio, invita a vivir en el facilismo, la superficialidad y la comodidad. No exige sacrificio ni compromiso ni entrega de la vida. Propone una fe cómoda, individualista y al servicio del pecado.
Un día llamaremos a la puerta para entrar: “Señor, ábrenos.” Y Él responderá:
“No sé de dónde sois.” Entonces diremos: “Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas.” Pero Él insistirá: “No sé de dónde sois” (Lc 13, 26-27).
No basta con haber comido, bebido y escuchado. Es necesario vivir con Jesús y dar testimonio de su proyecto de salvación. Hay que esforzarse por entrar por la puerta estrecha, la que conduce a Dios.