MENSAJE DOMINICAL 21 DE SEPTIEMBRE 2025

MENSAJE DOMINICAL

VIGESIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lc. 16, 1-13

El buen administrador es el que sabe administrar y pone a producir la empresa, el negocio o el salario; administrar el dinero exige responsabilidad, fidelidad, lealtad, prudencia, confianza y honradez. El mal administrador es un corrupto; llega a robar, a explotar y aprovecharse de su “puesto” para hacerse rico; “y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi Señor? Respondió: Cien barriles de aceite. Él le dijo: Toma tu recibo, siéntate enseguida y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Tú, ¿Cuánto debes? Contestó: Cien fanegas de trigo. Dícele: Toma tu recibo y escribe ochenta.” (Lc 16, vv. 5-7) El mal administrador había robado en su administración; cuando le piden las cuentas de su administración porque queda despedido, quiere seguir robando para no irse con las manos vacías; si les pasa el recibo por menos precio a nombre de su amo, lo van a recibir en su casa por el favor que les ha hecho. “El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente.” (Lc v. 8) El que roba dinero tiene todas las formas “inteligentes” y posibles para hacerlo; astucia para robar; ser honrado es el camino para ser buen administrador ya sea con el dinero propio o ajeno.

“El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho.” (Lc. 16, v. 910) El que es responsable en lo mínimo, también lo es en lo mucho; quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho; quién es leal en lo mínimo, también lo es en lo mucho, quien es prudente en lo mínimo, también lo es en lo mucho, quien responde a la confianza en lo mínimo, responde también en lo mucho; quien es honrado en lo mínimo, lo es también en lo mucho. La confianza se manifiesta a través de la responsabilidad y la lealtad; la confianza exige mucha sinceridad y honestidad.

“No podéis servir a Dios y al dinero”. (Lc. 16, v13) El administrador fiel y prudente obra según la voluntad de Dios, el proyecto de Dios, el mandato de Dios; el mal administrador obra según su interés personal, el pecado; o se sirve a Dios, siendo buen administrador; o se sirve al dinero, siendo mal administrador. Dios nos pide ser buenos administradores del dinero, del tiempo, de la confianza que se nos ha dado, de los bienes materiales que hemos adquirido, de la responsabilidad que hemos asumido, del proyecto de vida por el que hemos optado; ser buenos administradores de los misterios, de la misericordia y de la gracia de Dios.

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